lunes, 14 de abril de 2014

Libertad...?

-Hola.

-Hola. Donde estas?

-Creo que es una bolsa de plástico, antes era una de celofán muy linda, pero ya se desgasto y –Andrea, se cansó. Ahora me tiene en esta bolsa que le dieron en el “Aurrera”.

-Y porque estás ahí?

-Dice que prefiere que yo me quede aquí. Desde hace un tiempo Andrea noto que no tenía piel y todo el frio o el calor me quebraba, era un “choque térmico” dice…

-Es cómodo?

-No. Nada. Pero de menos aquí -dice ella- nadie me puede ver, ni dañar, ni sentir, ni oler, ni tocar, ni morder, ni saborear y ni tampoco lastimar, eso, eso es lo que incluso esos que dicen que me quieren, siempre hacen, me lastiman; dice Andrea que estaré aquí hasta ella me vea mejor. Yo digo que es ególatra, no sabe que me ahogo, que yo quiero ser esa válvula que solía ser, que quiero acelerarme cuando sienta que hay otra válvula con la que sincronizarme y ayudar a Andrea cuando no pueda decidir. He tratado de hablar con ella pero por lo regular esta muy ocupada, entre su trabajo, su familia, sus pensamientos, sus lecturas…
…sabes un día la vi suspirar muy hondo, añorar a esa otra válvula con la que no me pude sincronizar, sabes eran unos latidos bien extraños, primero eran tranquilos lentos como lluvia pequeña y corta que apenas se siente, y después cuando yo me había tranquilizado, y Andrea se acercó a escuchar esa apacible melodía, se comenzó a acelerar cambio de ritmo y jamás me adapte a su compás…

-Y si yo te saco? Te puedo ayudar a escapar. Y te vas conmigo. Yo no sé mucho sobre sacar válvulas de bolsas de Aurrera, pero… ven… (Tomando una arteria y lastimando un vaso)

-Hay, me dolió. Espera. Amigo válvula, estabas tranquilo y ahora te aceleras. Yo sabía que tú eras esa otra válvula que no se dejaba sincronizar. Andrea me hablo de algo así, me dijo que me ocultara si alguien me hablaba, y quería sacarme, pero supongo me deje… Y ahora qué?


-Shhh. Déjalos Armando está durmiendo, y no se dará cuenta; Andrea, ella creo y por lo que sentí está encerrada en sus pensamientos, ni cuenta se dio que hoy, los libere…

jueves, 10 de abril de 2014

Adicta...


Y si saboreo una a una tus miradas,
y después contemplo tus labios con esa sensación exquisita de tenerlos en mi sonrisa;
yo se que enseguida percibiría el suave aroma de tu voz diciendo mi nombre,
y escucharía sutilmente el ritmo de tu respiración,
y si te lo digo no estoy loca, ni mucho menos ebria;
y podría ser que estoy un poco dopada con la peor de las drogas “tu boca”.

Si eventualmente me vuelvo adicta a ti… tu... te quedas?

jueves, 3 de abril de 2014

Extraños propios

Lo miras con detenimiento y sabes que lo conociste, por que algo en su rostro te es familiar, miras sus ojos y sabes definitivamente que no es como tu, -ni si quiera podría dedicarse a lo mismo que yo- dices, y te lo imaginas en distintas circunstancias; en casa, en el trabajo, en el amor, viajando en el metro...

... y en todo esto hay algo que no te cuadra, y es que hace mucho rato estas dentro del baño tratando de dejar de mirarte en el espejo.

-La Insaciable de soledad-

Ese día, (como de costumbre) amaneció más temprano para Soledad. La luz del sol aun no asomaba entre el horizonte (y es que aún le faltaban varias horas para partir a su trabajo). Como es de esperar, Soledad, miro la hora en el celular, “3:17 am” se alcanzaba a ver. “No puede ser, llevo dos semanas intentando conciliar el sueño, y lo único que logro es poder despertar después de algunas horas de mediocre sueño. 

Llega tan inesperado acontecimiento, los primeros rayitos de luz se asoman; y Soledad se levanta, prende el agua sobre la estufa y espera un poco; mientras, para bañarse. Toma un baño, se arregla habitualmente y desayuna, y emprende el camino al trabajo.

Llegó otra vez tarde, pues ya son las 10:15 am sobre el reloj colgado al centro de la casa-oficina de su trabajo (algo sumamente difícil de creer es el llegar tarde, para alguien quien con extremas ansias, anhela el amanecer, y lo anuncia despertando cada tres horas, y es que lo que hoy le espera no será diferente a lo de ayer; ella en si disfruta la maravillosa cotidianeidad que hay en sus actividades, y no es que, para que quede claro, porque se despertara tarde, sino que digamos siempre fue así para ella); y ni modo, saluda cortésmente a todos, firma su hora de entrada y rápido enciende la computadora y comienza donde se quedó ayer.


Esa es la vida de soledad, y aunque muchos la tachen de “loca” o “matada” y además de “solterona” Soledad disfruta mucho lo que hace, es más defiende sus actividades diarias, las cuales disfruta “sola”, desde desayunar tranquilamente en casa, hasta debatir con el compañero de trabajo acerca de algún tema. La realidad, es que pese a que todos pensáramos que alguien con este temperamento “aburrido”, fuera una persona amargada e infeliz, por el contrario, ella es Soledad y defiende su deliciosa y placentera “soledad”.

miércoles, 2 de abril de 2014

<< Viaje >>

Se va Diego caminando, de regreso, cruza el boulevard y a lo lejos ve como esa mujer se aleja entre la multitud de su lado, tiene demasiadas ganas de llorar, gritar en medio de esa algarabía, pero son más elevadas sus ganas de besarla, -no cabe duda que muy poco no es suficiente; cuando no es lo que uno esperaba-. Se dice para sí mismo y aborda el metro. Toma el metro su carrera y avanza. Desde un punto en común se mira esta escena de estos dos personajes viajando en direcciones distintas, la diferencia es el sentido de sus viajes y claro esta lo dijò al principio -y egoístamente para sí mismo- “No es lo que esperaba”.