Del sabor del agua dulce, de la que bebo por la mañana, la que me invitas a probar de tus labios, la que me refresca los días soleados, y el sabor del agua salada que emana del alma;
-esta es en pequeñas dosis-
y es la que me hidrata en verdad; por que la sed del alma solo puede ser saciada en complicidad del agua, esa agua de mis ojos.
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