martes, 26 de noviembre de 2013

Retratos desconocidos

Veo tu foto y no te reconozco, no te pareces, en verdad no. Quedaste del otro lado. De ese que no conocen los demás. Como una foto que se pierde en algún punto de esta enorme ciudad. Es encontrada y obviamente es desconocida. Así te veo ahora yo.

Pareciera que conviví y bese esos labios, tibios y tenues; apenas pronunciados, que no puedo entender como de ahí emanan esas palabras tan desorientadas; una persona tan confundida y con tantos problemas, ò está loca ò es canonizada porque se lo merece, te lo mereces, según tú “lo mereces”.

Crees que las cosas son tan fáciles y la gente a tu alrededor vive en una situación muy ajena a ti, y que no siente. “Que gente tan afortunada vive al 100, con sus lindas familias capitalinas, donde nada les aqueja, solo piensan en salir. Salir a divertirse, tomar, fumar drogarse.” Replicas y refunfuñas. Te la pasas repasando en tu mente que tu vida desde el día de tu concepción ha sido una triste historia, la fecha de tu nacimiento no existe. Fue un error, como un 29 de Febrero. Simplemente hay historias más desafortunadas que otras, pero todas en algún momento son tristes.

Historias tristes, todos tenemos; unas contadas desde un modesta pero decente casita de interés social, otras desde calles llenas de miseria y hambre, y otras simplemente terminan en una llamada.

Todas las palabras dichas sin sutileza lastiman, el frió que provocan los medios modernos de comunicación (esos inventos del hombre blanco)  calan hieren y arrancan órganos del cuerpo que uno creía que su mera función es la biológica. Pero, hay otras palabras, esas que no salen, esas que no se dicen y que solo se piensan, se piensan y quedan así nomas al aire. ¿El que calla otorga?

Nunca me lo dijiste abiertamente, tu maldita inestabilidad es un genocidio para mi telaraña existencial. Debí interpretar de otra manera tu silencio, sin embargo, lo disolví; en eso que emanaba de tus labios, tus besos, tus caricias, tus manos tibias y relajantes como una caricia del sol por las mañanas.

Algunas noches costo trabajo no recibir esas llamadas, constantes y bien intencionadas. Extrañaba tus buenos deseos, tus miles de anécdotas del día, y sobre todo el timbre de tu voz. Pocos fueron los días que decidí ceder a eso que me proponías, cuando menos lo espere lo deje fluir, lo dije: “Te extraño, te quiero…”. Inclusive te envié por única ocasión y en el mismo y escuálido día, basura romántica-cursilona-barata que mejor debí ahogar en el fondo de este blog. Te limitaste a un “muy lindo”. Sin indagar en las raíces de esa basura cursilona.

Hoy crees que todo es fácil. Que se puede olvidar tan fácil y que puedes recurrir al medio que mejor te calce, porque tú tienes muchos problemas. Que incluso debo perdonar, porque si uno comete un crimen estando loco, pues no debe ser castigado “estaba loco”. Y te leo, analizo, te expongo mis causas. Las lees. Te molestas. Te desafanas y quieres que todo quede ahí por la paz. Te explico de nuevo. Ahora replicas: “Me siento terrible.” Y yo irónicamente te respondo: “Cada quien sufre por lo que carga y le pesa”. Detienes la conversación. Te disculpas. Argumentas más problemas y que además estás cansado.


Te puedo entender, hasta cierto punto nomas. Hay una pequeña línea entre tomar decisiones dudando. De un lado está la parte positiva. Del otro la negativa. Yo estaba en la negativa. Te felicito has tomado una buena decisión.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Infinitos maravillosos

Tu belleza es relativa;
por ejemplo cuando te veo con los ojos cerrados es infinita,
 porque la dibujo con mi alma, 
y cuando te veo con los ojos abiertos; la veo reflejada en mis ojos,
que te abrazan en cada mirada.

martes, 19 de noviembre de 2013

Una pizca de aire


Solo esto es lo que ganas o pierdes al tratar de conseguir un latido de "amor verdadero" de tu corazón (tomando una pizca de aire).

Y esto, (señalando en su pecho el lado izquierdo) lo que auto-destruyes cuando por primera o enésima vez, late tu corazón de verdad; -y luego descubres que todo fue un juego-.

Pero al final del tiempo sabrás si valió la pena tal autodestrucción, por que si por lo menos, una sola vez latió y te hizo feliz, esa pizca de aire, se vuelve oxigeno vital para vivir y volver a amar.

¡¿¡ Dalika BM !?!

Foto tomada de: elmundodesaramujerde35.blogspot.com
Texto Original de: Ana Karen Barbosa Moreno.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Ando chaqueteando las banquetas...

Pueden pasar tantas cosas en un año y lo único importante es sentirse feliz.

Si hablas de mi (por que lo vas a hacer) sabrás bien de sobra que te quise un chingo y jamas te podrás olvidar de mi. Te lo van a preguntar y no importa lo feliz que este hoy sabes también que tu jamas provocaste dicha felicidad en mi ser. 

No fueron tus defectos lo que nos alejo de todo, ni mis intolerancias repartidas a cada segundo en toda tu vida, fue tu incapacidad de romper esa barrera entre "tu" y "nosotros dos".

Que habría sido de nuestras vidas si los planes hubieran sido? No lo sabemos pero lo único cierto es que espero que puedas luchar contra eso que te aleja de las personas que te quieren.

Y es que el sábado me di cuenta de eso y lo comprobé el lunes en la mañana. Aun me quieres y aun te quiero. Pero ese amor no es suficiente para filtrar toda la basura que has dejado en mi alma, en mi ser y sobre todo en mi corazón. 

Así que te dejo con todo y tu orgullo, con todo y tus locas manías de ser solo como tu lo sabes.

viernes, 19 de julio de 2013

ORGULLO NO ES IGUAL QUE HUMILDAD / LAS BATALLAS

Un hombre santo, orgulloso de serlo, ansiaba con todas sus fuerzas ver a Dios. Un día Dios le habló en un sueño: “¿Quieres verme? En la montaña, lejos de todos y de todo, te abrazaré”.
Al despertar al día siguiente comenzó a pensar qué podría ofrecerle a Dios. Pero ¿qué podía encontrar digno de Dios?
“Ya lo sé”, pensó. “Le llevaré mi hermoso jarrón nuevo. Es valioso y le encantará… Pero no puedo llevarlo vacío. Debo llenarlo de algo”.
Estuvo pensando mucho en lo que metería en el precioso jarrón. ¿Oro? ¿Plata? Después de todo, Dios mismo había hecho todas aquellas cosas, por lo que se merecía un presente mucho más valioso.
“Sí”, pensó al final, “le daré a Dios mis oraciones. Esto es lo que esperará de un hombre santo como yo. Mis oraciones, mi ayuda y servicio a los demás, mi limosna, sufrimientos, sacrificios, buenas obras…”.
Estaba contento de haber descubierto justamente lo que Dios esperaría y decidió aumentar sus oraciones y buenas obras, consiguiendo un verdadero récord. Durante las pocas semanas siguientes anotó cada oración y buena obra colocando una piedrecita en su jarrón. Cuando estuviera lleno lo subiría a la montaña y se lo ofrecería a Dios.
Finalmente, con su precioso jarrón hasta los bordes, se puso en camino hacia la montaña. A cada paso se repetía lo que debía decir a Dios: “Mira, Señor, ¿te gusta mi precioso jarrón? Espero que sí y que quedarás encantado con todas las oraciones y buenas obras que he ahorrado durante este tiempo para ofrecértelas. Por favor, abrázame ahora”.
Al llegar a la montaña, oyó una voz que descendía retumbado de las nubes: “¿Quién está ahí abajo? ¿Por qué te escondes de mí? ¿Qué has puesto entre nosotros?”
“Soy yo. Tu santo hombre. Te he traído este precioso jarrón. Mi vida entera está en él. Lo he traído para Ti”.
“Pero no te veo. ¿Por qué has de esconderte detrás de ese enorme jarrón? No nos veremos de ese modo. Deseo abrazarte; por tanto, arrójalo lejos. Quítalo de mi vista”.
No podía creer lo que estaba oyendo. ¿Romper su precioso jarrón y tirar lejos todas sus piedrecitas? “No, Señor. Mi hermoso jarrón, no. Lo he traído especialmente para Ti. Lo he llenado de mis…”
“Tíralo. Dáselo a otro si quieres, pero líbrate de él. Deseo abrazarte a ti. Te quiero a ti”.